Hoy pasé una mañana fría;
no me has mirado,
no me has hablado,
no has hecho el menor gesto
ante mi presencia.
Tal vez sea,
porque te has dado cuenta
que te esquivo,
que no puedo mirarte,
abrazarte,
besarte como quisiera.
Eres amor prendido
entre los cardos que lastiman.
Sí, para mí eres eso, sólo eso.
Eres un imposible inacabado;
una espera inútil en el tiempo.
Lo escribo, pero no lo pienso;
pues si lo meditara mucho,
correría a abrazarte
y ya jamás me iría de ti.